Vamos a comenzar nuestra andadura por la Inteligencia Emocional...
El primer
destino o primera parada que parece obligatoria, será delimitar o definir aquello de lo
que estamos hablando, la Inteligencia Emocional (I.E.). Pero,
si ya tenemos que establecer una distinción ¿qué significa? Pues lógicamente que existen diferentes tipos de inteligencia. y así, a primera instancia, ¿que tipos de inteligencia dirías que hay?
La pregunta
sería contestada de forma rápida e intuitiva por cualquier persona, que por un
lado delimitaría una inteligencia intelectual, basada en el Coeficiente
Intelectual (C.I.), y la otra basada en las emociones (I.E.) que es la que nos
ocupa. A simple vista y sin mayor profundización ya se nota cómo empezamos a
hablar de dos mundos totalmente dispares, aunque eso no signifique que se
opongan entre sí.
Es necesario
en este punto, antes de continuar, hacer al menos referencia a Howard Gardner
(1983), profesor de la
Universidad de Harvard, y su trabajo basado en las
“Inteligencias Múltiples”, quien a las tradicionales Inteligencia Numérica,
Inteligencia Lingüística e Inteligencia Espacial añade además la:
- Inteligencia Musical.
- Inteligencia Cinética (expresión corporal).
- Inteligencia Naturalista.
- Inteligencia Intrapersonal (conocimiento de uno mismo).
- Inteligencia Interpersonal (reconocer lo que los demás piensan y sienten).
Sí querido lector, estás en
lo cierto y tus intuiciones son acertadas, estas dos últimas inteligencias son
claves en el desarrollo de lo que estamos hablando... Además, como distinción
importante entre C.I. e I.E., parece que en esta última la carga
genética no es tan marcada, teniendo esta última la capacidad de
trabajarse, desarrollarse y perfeccionarse a lo largo de todo el ciclo vital, y
esto es sin duda... Una
grandísima noticia...
La inteligencia emocional es un tipo de inteligencia
diferente de la inteligencia biológica (aquella que viene determinada genéticamente)
y de la inteligencia académica (aquella que puede ser “medida” y evalúada con
test psicométricos), que es la que se mide en el ámbito educativo, como hacia mención al principio.
Podemos definir la inteligencia emocional como el conjunto
de destrezas, capacidades y competencias no cognoscitivas que nos posibilitan
apreciar y expresar de manera equilibrada nuestras propias emociones y entender
las de los demás. Esta comprensión de las emociones nos ayudará a guiar nuestro
pensamiento y conducta, influyendo en la habilidad de una persona para conseguir
sus objetivos y enfrentarse a los problemas y presiones de la vida diaria. La Inteligencia
Emocional incluye aspectos claves como reconocer y manejar
las emociones y motivaciones propias, así como reconocer las emociones de los
demás.
Aunque el estudio de los aspectos no cognitivos de la
inteligencia es algo que se remonta al año 1920 con los planteamientos de
Robert Thornike, quien definió claramente lo que hoy conocemos como
inteligencia social, fue la aparición del popular libro “Inteligencia Emocional”
del psicólogo estadounidense Daniel Goleman lo que otorgó gran difusión al
concepto.
A grandes rasgos, Goleman distingue entre dos tipos de
inteligencia: la que piensa (racional) y la que siente (emocional). Según
Goleman, “la persona que sabe manejar las emociones propias y ajenas es capaz
de conseguir sus objetivos y metas”. La inteligencia emocional no se puede
medir con ningún test ni reducirlo a un coeficiente como el CI.
La inteligencia emocional incluye las siguientes
competencias y habilidades:
- Asertividad (es la habilidad social que nos permite defender nuestro derechos y opiniones sin agredir el de los demás).
- Autonoconomiento emocional (tomar conciencia de nuestras propias emociones y cómo nos afectan).
- Autocontrol o autorregulación emocional (control de las emociones negativas y capacidad para posponer las gratificaciones inmediatas).
- Automotivación (la capacidad para motivarnos a nosotros mismos, necesaria para mantener un elevado estado de ánimo).
- Empatía (saber ponerse en el lugar del otro).
Una elevada inteligencia emocional nos va a permitir tomar conciencia de nuestras emociones, comprender los sentimientos de los demás, tolerar mejor las presiones y frustraciones que
soportamos en el trabajo, tomar mejores decisiones, mejorar nuestra capacidad de trabajar en equipo, adoptar una actitud empatica y social que nos ayudará
en nuestro desarrollo personal y mejorar la convivencia en nuestro entorno.
Las personas con una inteligencia emocional desarrollada son
más equilibradas, sociales y alegres, se enfrentan mejora a las adversidades,
poseen una gran capacidad de solidaridad y cuentan con una gran habilidad para
comunicar y expresar sus sentimientos de manera adecuada. En este sentido,
numerosos estudios demuestran que la inteligencia emocional es un predictor de
la felicidad mucho más fiable que el CI, aún cuando muchas personas no son
conscientes de poseer este conjunto de habilidades.
Así que este va a ser mi propósito con este blog, enseñaros a ser más felices intentando aprender a vivir con inteligencia emocional.
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